Sobre El Dios de las Cosas Pequeñas

Arundhati Roy publicó “El Dios de las cosas pequeñas en 1997”, siendo su primera novela el hecho de recibir en ese mismo año el Premio Booker de literatura, el cambio que esto implicó  no fue tan pequeño. Desde entonces el libro ha recibido opiniones mixtas debido a la temática del libro.

Este libro es grande por la reflexión que pide de Tí, por el tiempo que transcurre en el libro, y el tiempo que pasas contemplándolo. Su estilo es muy dulce y familiar, las voces de los personajes principales crecen desde la ingenuidad de la infancia a (eso que no conozco) que  los hace adultos. Es una historia sobre la familia, sobre la infancia, sobre el odio. Pero en su raíz, es una historia sobre la India. La India que es vieja, cruel, cálida y víctima del cambio.

La interculturalidad en la ficción es una cosa delicada que es mejor cuando la sostiene una  mano cuya cultura es parte de esta de la que se habla. Requiere de mucha empatía representar un lugar extraño cuando se busca crear una familia. En este libro los personajes no parecen pertenecer a ningún lugar, cuando se imaginan una casa recurren a la versión americanizada de una familia,  por haber olvidado a la que alguna vez pertenecieron.

La religión es un tema grande en el libro, es el foco por el que se ilumina la vida de los personajes. Estar en la oscuridad es el segundo foco. Los  personajes están rotos, sus pieles no soportarían un día de descanso sin fe, comprenden el mal a su alrededor y lo alaban aunque este los queme. Sufren, aman, ríen, olvidan, entierran, recuerdan y comienzan de nuevo en otra generación. Pero creo que es su voz, la voz de Arundhati Roy que cambia ligeramente con cada fase y comprende todo lo que los personajes son muy ciegos para ver, la que se acerca y te toca, respira sobre ti, y desaparece.

Vas a encontrar que tienes que subir la vista y respirar para continuar leyendo, porque destruye la imagen nítida de una infancia ingenua. Este libro crea su propio lenguaje para leerse, su ritmo y voz son únicas de él, y sin estas sería solo otra romantización de un pasado cruel. Sí, tiende a lastimarte pero (parecido a la familia) esa nunca es su intención.

La mente tiende a dos tendencias que nunca se mezclan cuando se trata de cosas tristes, la de recordar todo, cosiéndolo como un filtro en tu mirada, o la de enterrarlas  profundo para que puedas seguir. El Dios de las cosas Pequeñas trata de comprender y pintar las manifestaciones de estas tendencias.

“Quizá sea cierto que las cosas pueden cambiar en un solo día. Que unas pocas docenas de horas pueden afectar al desarrollo de vidas enteras. Y que, cuando eso sucede, esas pocas docenas de horas, igual que los restos rescatados de una casa incendiada (el reloj carbonizado, la fotografía quemada, los muebles chamuscados), tienen que ser desenterradas de entre las ruinas y examinadas. Conservadas. Descifradas. Cosas comunes, pequeños hechos, destrozados y recuperados. Imbuidos de un significado nuevo. De pronto, se convierten en los huesos descoloridos de una historia.” Arundhati Roy

Soy gran creyente que una pieza de arte no debe de destruirte, por esta razón incluyo las siguientes  alertas de contenido: abuso emocional y sexual de menores, muerte de niños, ahogamiento, violencia, incesto.

 

Artículo escrito por Daniela Sandoval

 

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